Enseñanza comunitaria

La enseñanza ocupa un lugar muy importante en la vida de nuestra comunidad. Son cursos de formación, de diferente extensión, que se dan con un orden determinado y ateniéndose a una cronología específica. Cubre lo que llamamos el proceso de iniciación a la vida comunitaria y su maduración en el tiempo. Los caracterizamos como: sencillos, relevantes, prácticos, bíblicos y ortodoxos. Se centran en dar criterios y principios para la vida cristiana, es decir, para una verdadera coherencia entre fe y vida.

El énfasis de nuestra enseñanza no es la mera instrucción académica o de ilustración intelectual. El peso del contenido de estos cursos es más bien el cómo vivir nuestra identidad cristiana en diversos campos: la relación con Dios, las relaciones personales, la fidelidad y el orden en la vida, la participación en la vida comunitaria, el manejo de las emociones, la formación de actitudes de servicio, la vida de solteros o familiar, el crecimiento hacia la madurez cristiana expresada en el fruto del Espíritu, nuestra espiritualidad carismática y católica.

Además de esta enseñanza, que llamamos oficial, en los encuentros comunitarios también se suele impartir otro tipo de enseñanza que suele responder a necesidades del momento en nuestra vida interna como pueblo, o a demandas que nos plantea la sociedad en la que vivimos. Cada realidad sociológica de la comunidad también tiene su enseñanza adecuada: niños, adolescentes, mujeres, hombres, viudos etc.

La enseñanza comunitaria, precisamente por su aspecto de practicidad, relevancia, basamento bíblico y ortodoxia, respalda la autoridad pastoral de los líderes de la comunidad, ya que la enseñanza no es un mero foro de opiniones sino un instrumento de formación y plasmación de la personalidad del discípulo de Cristo, y para ello hace falta no sólo la comprensión de la misma, sino también la aceptación y la vivencia.

En una palabra, la enseñanza comunitaria se nos revela como uno de los instrumentos de renovación personal más eficaces para ir plasmando en cada miembro de la comunidad el carácter y la personalidad de un verdadero discípulo de Jesucristo.