Evangelización

Cuando hablamos de nuestra vida, no podemos olvidar la vida que Dios nos ha llamado a encontrar y a descubrir a todas las personas. Porque el proyecto de Dios para todos los hombres es que tengamos vida y una vida abundante. Esto supone una vida auténtica y una vida de verdad, llena de sentido y con significado.

Los que hemos escrito estas líneas hemos descubierto un proyecto de vida que ha cambiado nuestras vidas y que estamos comprometidos a compartir con los demás y a no dejar de hablar de aquello de lo que estamos siendo testigos. El punto de partida de todo es que Dios nos ama y porque nos ama desea lo mejor para nosotros. De tal manera amó Dios a este mundo que le envió a su único Hijo Jesucristo, para que por medio de Él descubramos esa vida plena y feliz. Esta es la mejor definición de lo que significa y es el cristianismo: una VIDA de verdad.

El día de Pentecostés, Dios envía su Espíritu Santo sobre la Iglesia y todos aquellos hombres y mujeres son transformados. Nace una Iglesia valiente que sale hasta los confines de la tierra para llevar la Buena Noticia del amor de Dios. La Iglesia es la Comunidad de los creyentes en Jesucristo y el instrumento para llevar la vida de Dios a todos los hombres. El Espíritu Santo está renovando hoy la Iglesia y nosotros somos testigos de ello.

Estamos viendo que muchas personas están descubriendo la alegría de un cristianismo verdadero y una vida plena y feliz que Dios nos ofrece en su Hijo Jesucristo.

Hace más de 2,000 años algunas personas escucharon una frase que les invitaba a encontrarse frente a frente con la mirada de Jesús y que habría de cambiar radicalmente sus vidas: “ven y lo verás”. Es posible que esto nos quede muy lejos en el tiempo, pero en nuestros días hay personas que también nos hemos encontrado de frente con la mirada de Jesús que nos ha hecho una invitación: “ven y lo verás”. Desde aquí queremos hacerte una invitación, una invitación a abrir la puerta de tu corazón para que puedas descubrir la Vida que tiene para ti Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa...” (Apocalipsis 3,20).